Creo que no podríamos encontrar a nadie que no se haya puesto algún propósito alguna vez en Año Nuevo. Pero lo que para algunos es una especie de tradición divertida, para otros supone nuevas expectativas frustradas, sentimientos de fracaso y un refuerzo más para sus creencias de incapacidad o invalidez.
Y es que, cuando llega el final del año, parece que tuviéramos que hacer un repaso, una evaluación de nuestra trayectoria. ¿He conseguido lo que quería?¿Cambié aquello que me proponía? ¿Realmente he tenido éxito en algo? Y el problema no está en plantearse o reflexionar sobre el rumbo de nuestra vida, sino más bien en los criterios con los que evaluamos ese rumbo.
¿Mejoré mi inglés? ¿Me apunté al gimnasio? ¿Bajé los kilos que me propuse? ¿Conseguí el ascenso qué quería? ¿Encontré pareja? Producto, una vez más, de una sociedad de consumo, evaluamos nuestra vida con criterios de productividad, rendimiento y éxito. Pero de este modo pasamos por alto otros muchos criterios que realmente muestran lo que sería un año de éxito, un año FELIZ. No te apuntaste a clases de inglés, pero has disfrutado como una niña de las clases de baile. No te apuntaste al gimnasio, pero has llegado todos los días a casa antes para cenar tranquilo con tu pareja. No conseguiste el ascenso, pero has tenido más tiempo libre para estar con tus hijos. No encontraste pareja, pero has podido llevar a cabo aquellos proyectos que tenías pendiente y que siempre relegabas.
Es importante, por tanto, revisar esos criterios de evaluación y replantearnos donde quedaron EL DISFRUTE, LA ACEPTACIÓN y EL PERMISO. Es decir, por qué dejamos algún día de evaluar nuestras vidas o nuestra felicidad preguntándonos cuánto he disfrutado, cuánto me acepto y quiero a mi mismo o qué permisos me doy, en vez de estar siempre como un juez detrás de mí.
Por otro lado, es importante también tener en cuenta el momento de cada uno. ¿Por qué plantearnos nuevos propósitos el 1 de enero? Sí, comienza el año, pero eso no significa que para todos sea el mismo momento. Para algunos, quizás, sí suponga este año un cambio, porque se han mudado, van a ser padres o acaban de empezar un nuevo trabajo. Pero para otros, no sólo todo sigue más o menos igual, sino que además no se sienten con fuerzas para cambiar ahora mismo nada, o simplemente no quieren cambiarlo. Incluso otros, se han mudado o han cambiado de trabajo, pero tienen bastante con esos cambios y no quieren plantearse ningún otro propósito. Así que, se trata una vez más, de escucharse y sobre todo PERMITIRSE.
Propongo, por tanto, que puestos a tener que formularnos algún propósito, el nuestro sea estar en el AQUI Y AHORA, planteándonos vivir cada minuto presente de manera consciente, aprendiendo a disfrutar de aquellas pequeñas cosas que hacen tu vida especial y única.
¡Feliz 2017!
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